Debido a mi intensidad y al no saber controlar ciertos vicios llevé mi cuerpo al límite y toqué fondo. En agosto del 2014 tuve una experiencia bastante fuerte y estuve a punto de morir. La libré pero cuando desperté del estado de coma, me percaté de un pequeño inconveniente, no podía mover las piernas. Por la posición en la que estuve inconsciente durante más de dieciséis horas, los nervios y músculos de mis piernas se vieron muy afectados, la ventaja era que la lesión no era del sistema nervioso central sino periférico. Eventualmente volvería a caminar pero la recuperación sería lenta y dolorosa.
El accidente fue en Barcelona pero la recuperación, por cuestión de costos y por la salud mental de mis padres, sería en México. En las condiciones en que estaba no podía volar de inmediato, pasé tres semanas muy difíciles en el Hospital Clinic de la Ciudad Condal en las cuales los médicos se cercioraron que yo pudiera subirme a un avión. Durante ese tiempo hacía todo en la cama, dormir, comer, hacer del baño y también me bañaban ahí.
El regreso a México fue una pesadilla. Primero de Barcelona a Frankfurt y después a la Ciudad de México. En Alemania, justo antes de abordar me dieron ganas de pasar a tirar el lodo y fue un milagro porque el baño de discapacitados del aeropuerto era una maravilla, llegando a México descubrí que en mi país las personas con discapacidad son invisibles. El vuelo trascurrió sin contratiempos hasta que llegamos a la otrora Tenochtitlán en donde Tláloc hacía de las suyas y no pudimos aterrizar, tuvimos que ir a Houston y llegamos seis horas después a la CDMX. El dolor en las piernas era insoportable, me ardían mucho las patrullas. Del DF nos trasladamos a Cuernavaca, no sin antes pasar por unos tacos al pastor, no podía caminar pero si podía comer.
Ya en Cuernavaca inició el gran reto, aprender a caminar a los 28 años. A finales de septiembre del 2014 empecé con las terapias de lunes a viernes. Iba a terapia de 8:00 a 13:00 hrs., lunes, miércoles y viernes recibía corriente eléctrica en las piernas para que los nervios despertaran, después trabajo físico para fortalecer los músculos. Martes y jueves estiramientos y ejercicios en colchón para reeducar a mi cuerpo. Los días que no estaba muy agotado, iba por las tardes a un tanque terapéutico para hacer trabajo en el agua.
Lo más pesado era recibir la corriente eléctrica, los pies se me doblaban debido a la energía que entraba a mi cuerpo y los músculos quedaban muy fatigados. Cada dos meses me hacían estudios de control para ver la evolución del tratamiento, me ponían agujas dirigidas a los nervios más afectados, éstas conducían electricidad y así se medía mi mejoría. El dolor era insoportable, se sentían unos piquetes que me estremecían todo el cuerpo. Había ocasiones en que después de la terapia llegaba a casa a dormir, me sentía abatido, llegué a llorar del dolor y del cansancio. Durante los primeros meses me despertaba por las noches a causa de descargas eléctricas en las piernas, eran unos toques pavorosos.
De septiembre a noviembre de 2014 estuve en silla de ruedas, en noviembre empecé con la andadera y la dejé en los últimos días de diciembre para empezar con el bastón, a éste lo jubilé en marzo del 2015. Dejé el bastón pero mis pasos aun eran lentos y en un principio me daba miedo asistir a lugares con mucha gente. En junio regresé a vivir al DF para trabajar en una agencia multinacional de relaciones públicas pero me precipité y aún no estaba listo ni física ni emocionalmente, me caí dos veces en el metro y regresé a Cuernavaca para seguir trabajando en mi recuperación.
Todos los días recuerdo lo afortunado que soy por poder caminar, es una maravilla levantarse de la cama, meterse a bañar y hacer todo sin depender de nadie. En noviembre de 2016 caminé de Cusco a Machu Picchu con uno de mis mejores amigos, Rodrigo Arias López a quien conozco desde primero de secundaria. Caminamos un promedio de 15 kms diarios durante una semana. Estando en la cima de una de las maravillas modernas del mundo, viendo las nubes hacia abajo no dejaba de pensar en los dos años previos de rehabilitación, en la ayuda de todas las personas que estuvieron al pendiente y en mi familia. No hay día que no recuerde los días de la rehabilitación porque fue cuando toqué fondo y no quiero volver a estar ahí. Pocas personas tenemos una segunda oportunidad, la quiero aprovechar.
Saludos intergalácticos.
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Un gran ejemplo de superación y de fortaleza mental!
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