Desde el año 2011 me volví un devorador de libros, me encanta clavarme en historias e imaginar realidades alternas. Cerrar los ojos y vivir otras vidas, ser otro. Desde ese entonces había querido asistir a la FIL de Guadalajara. Para este 2018, lo logré. Llegué a la Perla de Occidente con gran emoción, cumplía un sueño.
La Expo Guadalajara es un recinto maravilloso, el lugar estaba abarrotado de lectores; situación que me llena de alegría pero también me deja el compromiso de leer más. «Si piensas llegar a alguna parte en la vida, tienes que leer muchos libros.» Roald Dahl.
La Feria Internacional del Libro de Guadalajara es el evento anual de mayor importancia en el ámbito literario en el mundo de habla hispana. Después de la Feria del Libro de Frankfurt en Alemania, la FIL de Guadalajara es la segunda más grande a nivel mundial. La importancia de la feria es innegable y la calidad de los asistentes es de primer nivel.
Tuve la oportunidad de escuchar, el sábado 24 de noviembre, en primera fila al fenómeno literario, el suizo Joël Dicker. Después me firmó un libro, intercambié con él unas palabras, nunca dejó de reír y nos despedimos con un sentido abrazo. En la firma de libros aledaña estaba el Premio Nobel de Literatura en 2006, el turco Orhan Pamuk. Lo observé unos minutos, no dejó de firmar libros y escuchar atentamente a sus seguidores. Al día siguiente, domingo 25, escuché a Arturo Pérez-Reverte, también me firmó un libro, se despidió de mi con una sonrisa de oreja a oreja y un cálido apretón de manos. Los tres iban vestidos de manera muy discreta. Mentes fuera de este planeta, atuendos terrenales.
La sencillez de los pesos pesados de la literatura mundial contrastaba enormemente con la altanería de la clase política mexicana. Llegué a la FIL justo después de la inauguración, me tocó ver un desfile de arrogancia y prepotencia. Al evento asistieron la próxima secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, el próximo gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, entre otros miembros del gobierno. Todos bien vestidos, tacuches caros, vestidos ostentosos, relojes y joyas que se veían carísimas. Muchísimos guardaespaldas protegían a esta gente y sus esbirros estaban al pendiente o al acecho para ver si les echaban un huesito.
Hace tiempo escribí en este blog Algo personal, en el cual describía las marranadas de Graco Ramírez al mando del Estado de Morelos. Reitero en este post, el asco que me causan los políticos de México.
Como cereza del pastel para mi náusea política, pude ver a lo lejos a Sergio Mayer, antes encueratriz y nefasto actor de personajes inverosímiles y ridículos. El diputado federal que preside la Comisión de Cultura y Cinematografía, estaba muy bien vestido, como todo un muñequito de pastel. Estoy seguro que no conocía a los autores que se presentaron en la FIL pero ahí estaba haciendo gala de su pedantería.
«Rodeados de protocolo, comitiva y seguridad,
viajan de incógnito en autos blindados a sembrar calumnias,
a mentir con naturalidad, a colgar en las escuelas su retrato…
Se arman hasta los dientes en el nombre de la paz,
juegan con cosas que no tienen repuesto y la culpa es del otro si algo les sale mal
Entre esos tipos y yo hay algo personal…» Algo personal. Joan Manuel Serrat.
Entre Sergio Mayer y yo hay algo personal.
Saludos intergalácticos.