Ordenando una vida

Llevo casi 1 año viviendo de manera más ordenada gracias a la filosofía de un libro llamado La Magia del Orden (aquí les dejo mi reseña del año pasado por si no conocen el libro). Y puedo decir que me ha cambiado la vida adoptar esta filosofía de menos es más, sin embargo, sigo aprendiendo.

Mi mamá se los puede decir mejor, soy una gendarme del orden y muy rápida para descartar y deshacerme de cosas. Pero la tarea se me ha complicado cuando me encuentro depurando cajas y cajas que tenía guardadas de mi infancia y adolescencia. En estas cajas están archivados mis recuerdos olvidados, amores inconclusos, fantasías en pausa y lecciones de vida. Es difícil dejar ir cartas llenas de diamantina que me escribieron mis amigas en la secundaria, tarjetas de cumpleaños de mi abuela y todos mis apuntes perfectos de la universidad.

El proceso de depuración ha sido físicamente desgastante pero no se equipara con el esfuerzo mental y emocional que conlleva esta selección. Abro una caja llena de recuerdos de un primer amor que me transportan de regreso a ese momento y revivo las palabras dichas como si no hubieran pasado más de 10 años. Se me ilumina el corazón. Y acto seguido me encuentro con un cuaderno lleno de palabras casi como si fueran planas para encontrar ahí mi despecho y un corazón roto en tinta: es el cuaderno con el que superé a ese mismo amor que se quedó atrás. Estoy a punto de tirar el cuaderno porque me trae malos recuerdos, pero luego lo meto a la misma caja y el capítulo está completo (lo increíble, lo bueno, lo malo y lo terrible). La historia está completa.

Así se me pasan las horas entre recuerdos, reviviendo mi vida. Separando lo que ya no tiene sentido y lo que tiene más sentido que nunca. Dejando ir rencores y conciliando relaciones olvidadas. Decidiendo qué se queda y qué se va, quién se va y quién se queda.

Los sentimentales estarían ofendidos de que me estoy deshaciendo de los relojes de mi papá, los apegados me lincharían y me chantajearían con frases como insensible. Pero si algo he aprendido en este proceso de depuración bajo las reglas de La Magia del Orden es que:

Las cosas están para verse, usarse y disfrutarse

Así que dejo ir sus relojes y decido quedarme con uno que él me regaló para mi graduación de secundaria y no sólo lo guardo… me lo pongo y me acuerdo de él cada vez que veo la hora.

Y así con mis recuerdos. No me sirven en cajas. Me sirven vivos y presentes.

Saludos ordenados (versión 2.0),

La Citadina.

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