Cada día salen más y más opciones que nos abren el panorama y llegan a todos los gustos, tamaños y sabores. Esto podría ser liberador pero a veces más que nada es abrumador. Tomar una decisión entre 10 opciones es mucho más difícil que decidir entre 2.

Hace poco escuche en un podcast la ventaja de tener un color favorito. La idea me regresó a mi niñez cuando era la pregunta clásica entre nuevos amigos de kínder: ¿cuál es tu color favorito? Causaba conflicto cuando era el mismo y polémica cuando alguien decía algún color que no fuera rosa o morado para niñas o azul o negro entre niños. No se me olvida la niña que escogió el color naranja, era un poquito gordita y no dejé de pensar en ella como una calabaza.

Pero en fin, la idea es que al tener un color favorito simplificas la toma de decisiones lo cual te lleva a ser un poquito más feliz.

¿Cómo?

Por ejemplo, si decides que el rojo es tu color favorito cuando tengas que comprar una funda para tu celular no te complicas y vas directo por la de este color.

Esta idea va desde lo general a lo particular y en mi caso me ha ayudado a tomar muchísimas más decisiones de lo que esperaba. Me explico: Mi color es el color menta que no sólo me gusta en color sino también en olor lo cual me ha ayudado a escoger más rápido: sabor de helado, mar caribe, olor de crema, color para un cuaderno,  sabor de bebida.

Puede parecer algo tonto pero a la larga me doy cuenta que no sólo me ayuda a mí. Cuando alguien me está comprando un regalo me ha dicho que le es mucho más fácil escoger algo porque le tiran a los tonos menta. Así es como ahora tengo un cargador menta, una bolsita menta y un collar menta.

No crean que es como si un monstruo pongámosle Sr. Menta ha vomitado sobre todo lo que poseo, pero sí es un truquito tonto que me ha ayudado más de lo que esperaba. Novio es fan del color azul marino y esto me ha salvado muchas veces también.

Saludos mentosos,

La Citadina.