La última jugada de Pelé

El Rey del futbol ha muerto en Sao Paulo, en un hospital que lleva el apropiado nombre de Albert Einstein, pues el deceso confirma la teoría de la relatividad: el fallecido es inmortal.

Para mi generación, Pelé representó la gracia y la elegancia del juego limpio. Sus movimientos tenían la perfección de la eficacia a la que se llega a través de la belleza.

Nació en 1940, lo cual significa que a los diez años lloró con la Final de Maracaná que Uruguay ganó en forma sorpresiva y que él oyó por radio. Brasil abandonó su uniforme blanco como si se tratara de un trapo maldito y adoptó el pantalón azul y la camiseta amarilla. Con la desmesura de la infancia, Pelé se propuso triunfar con esos colores. Entrenó en los arenales de Tres Corazones, Minas Gerais, donde se jugaban partidos nocturnos si había luna llena (a veces interrumpidos por el paso de una nube) hasta ser descubierto por el Santos. Cuando se mudó a esa ciudad costera, corrió al mar para comprobar una leyenda: el agua era salada.

Su destino sucedió en cámara rápida. En 1957 debutó con la Selección contra Argentina y le anotó al mítico Amadeo Carrizo.

En aquella época romántica los equipos tenían cinco delanteros y él se apuntó a la feria de los goles. El 15 de febrero de 1958, el insoslayable Nelson Rodrigues escribió un artículo que consolidaría el apodo de Edson Arantes: «La realeza de Pelé». Ahí dijo: «Examino la ficha de Pelé y me llevo un susto: ¡Diecisiete años! Hay ciertas edades que son aberrantes, inverosímiles. Una de ellas, la de Pelé. A mí, con más de cuarenta, me cuesta creer que alguien pueda tener diecisiete años, jamás. Pues bien, mi personaje de la semana, un verdadero chaval, anda por el campo con una autoridad irresistible, indiscutible. Se diría que es un rey, no sé si Lear, el Emperador Jones o un rey etíope. Racialmente perfecto, de su pecho parecen pender mantos invisibles. En resumen, pónganlo en cualquier heredad y su majestad real empequeñecerá a toda la corte a su alrededor». Poco después, el joven Rey conquistó el Mundial de Suecia.

Ninguna jugada se le resistió: dominaba los dos perfiles, el dribling, los tiros libres, el remate de cabeza, las fintas, el pase al hueco y las jugadas de pared; además, convirtió el festejo en una pirueta estética, saltando para latiguear el aire con plenitud festiva.

La suerte le deparó un revés en Chile 62. Se lesionó y fue sustituido por Amarildo, pero formó parte de la canarinha que alzó la Copa por segunda vez consecutiva. En Inglaterra 66 abandonó el campo en camilla después de ser pateado por los portugueses y su Selección no llegó muy lejos. Su mayor triunfo ocurrió en México 70. El Rey deslumbró con tal potencia que incluso se recuerdan los goles que no marcó. Ante Checoslovaquia, estuvo a punto de anotar un tiro de media cancha que pasó al lado del poste. Ante Uruguay, recibió un pase frente al portero Ladislao Mazurkiewicz y dejó pasar la pelota, generando un autopase que recuperó en otro lugar del área, desde donde disparó sin dar en el blanco. Ante Inglaterra, perfeccionó la técnica de rematar de cabeza, pero el portero Gordon Banks hizo la parada de su vida. Nadie que haya visto esas jugadas las olvida. Pelé reinó por lo que hizo y por los caprichos que intentó. Sus lances sin otro premio que el atrevimiento son formas del arte por el arte.

En la Biblioteca del Congreso, en Washington, pude consultar el libro 1283, cifra que recuerda los goles del Rey. El volumen cumple con el requisito esencial de las publicaciones de lujo: no cabe en ninguna estantería. De manera lógica, se editaron 1283 ejemplares de la obra. Supongo que quienes tienen uno son potentados o jerarcas de la FIFA. La paradoja de ese objeto para coleccionistas es que trata de la pasión de masas. Las imágenes no sólo capturan al Rey, sino a las multitudes que lo miran.

Desde muy joven, Pelé fue rehén del ojo público. A diferencia de su paisano Sócrates, no se opuso abiertamente a la dictadura brasileña y aceptó promover el Mundial de Estados Unidos contra de la candidatura de su propio país. Su principal aporte extrafutbolístico ocurrió en el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, cuando fungió como Ministro de Deportes y promovió la «ley Pelé», que permite a los jugadores ser dueños de su destino al término de su contrato.

Cordial, siempre sonriente, fue el perfecto embajador del jogo bonito, dentro y fuera de la cancha.

Pelé dominaba los tiros de penalti, pero dijo que era una forma cobarde de anotar. Aun así, llegó de ese modo a su gol número mil ante el Vasco da Gama. Un jugador del equipo de la franja recurrió al truco de patear el manchón de cal para hacerle un agujero y desviar el tiro, pero no había modo de frenar al Rey.

Recuerdo a Pelé bajo el sol del Estadio Azteca, en la final de 1970, contra la squadra azzurra. Hasta entonces, una maldición señalaba que quien anotaba primero perdía ese juego decisivo. Pelé lo hizo en el minuto 18, con un remate de cabeza idéntico al que le detuvo Gordon Banks y que Albertosi no pudo atajar. El mito indicaba que Italia ganaría y Boninsegna igualó en el minuto 37.

Sí, el mito, el destino y la historia indicaban una cosa, pero Brasil tenía a Pelé. La épica terminó 4-1 a favor de la Selección más vistosa de todos los tiempos.

Edson Arantes do Nascimento llegó a tiempo a todas las jugadas, incluida la última. Aguardó a que el Mundial de Qatar finalizara para recordar que los trofeos cambian de manos, pero sólo un hombre ha sido tres veces Rey.

Sus movimientos tenían la perfección de la eficacia a la que se llega a través de la belleza.

Su mayor triunfo ocurrió en México 70. El Rey deslumbró con tal potencia que incluso se recuerdan los goles que no marcó.

Ninguna jugada se le resistió: dominaba los dos perfiles, el dribling, los tiros libres, el remate de cabeza, las fintas, el pase al hueco y las jugadas de pared.

Cordial, siempre sonriente, fue el perfecto embajador del jogo bonito, dentro y fuera de la cancha.

Este artículo fue publicado en Reforma el 30 de diciembre de 2022, agradecemos a Juan Villoro su autorización para publicarlo en MEX APPEAL.

Foto:

https://www.elfinanciero.com.mx/deportes/2022/12/21/pele-exfutbolista-brasileno-nunca-jugo-en-europa-como-messi-y-maradona-tuvo-ofertas-del-real-madrid/

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