El lenguaje hace diferencia entre los seres humanos y otros seres vivos. Las palabras tienen significado, nos permiten comunicarnos y establecer diálogos. Hay palabras muy bonitas, por lo que representan y también si analizamos su etimología u origen.
Cuando decimos «Salvavidas», a la mayoría de las personas se nos vienen dos imágenes a la mente. El señor que está atento en la playa al pendiente de los bañistas y aquel flotador naranja o rojo de forma circular que ayuda a quien se pudiera ahogar. Analicemos la palabra, dividiéndola en dos: Salva Vidas, muy fácil, algún objeto o algo que nos sirve para salvar una vida. ¿Qué podría ser esto?
Hablo a título personal, en un momento complicado de mi vida, la literatura salvó mi vida. Estuve durante mucho tiempo en cama, sin poder caminar y con unos dolores pavorosos. En la soledad de la oscuridad mi mente volaba y me torturaba la desesperación, las letras de los libros apaciguaban mi dolor. Juan Villoro en el «Libro Salvaje» dice que uno no escoge a los libros, éstos nos escogen a nosotros. Lo que dice el escritor mexicano es cierto y además en mi periodo de convalecencia, descubrí otra máxima; las respuestas que necesitamos están en los libros. Siempre que tengo una duda existencial, la novela en turno me proyecta un sinfín de respuestas o me conecta con personajes que viven situaciones similares a las que yo experimento.
En momentos de crisis o fondo, algunas personas encuentran paz en algún deporte, la música, danza o el yoga. Mi bálsamo llegó con los libros. Sé que a veces puedo parecer pedante hablando de literatura pero quien me conoce sabe que no es mi intención. Respiro historias, para mi un día sin leer es un día perdido. Llevo mi ebook a todos lados; un viaje en el metro, una ida al baño o la cola del banco son la excusa perfecta para transportarme a otro lugar y encontrar respuestas o en su defecto preguntarme interrogantes que nunca había pensado.
Saludos intergalácticos.