Quiero esto, quiero aquello, cómprame eso. No lo quiero porque es pirata. La camioneta de mi mamá es mejor que la que tiene tu mamá. Mi papá tiene más dinero que el tuyo. Acabamos de comprar una pantalla de 100 pulgadas.
En un principio no tienen malicia, sólo quieren jugar y reír. Son nobles, se preocupan por los demás y lloran cuando algo no es justo. Preguntan todo y se creen lo que les cuentan sus mayores. Se ilusionan con los súper héroes pero sus verdaderos ídolos son sus papás, sus rostros se iluminan cuando ven a mamá o a papá.
¿En qué momento los niños pierden la inocencia? ¿Los culpables son los padres? No dejo de pensar en estas dos preguntas. Cómo es posible que niños tan pequeños sean nefastos. Caprichitos tontos del primogénito que desde sus primeros pasos ya es un higadito. Me aterra ver como se están creando pequeños monstruos, manipuladores, crueles y pretenciosos. Cada vez, desde edades más cortas los infantes empiezan a presumir marcas y alardear del dinero de sus progenitores. A los dieciséis años serán escuincles engreídos a bordo de un BMW alardeando del dinero de papi y tratando mal a los meseros. De tal palo, tal astilla…
No soy padre, pero veo de cerca como los niños se contaminan tan fácil y también como los chavitos buenos sufren por algún gandallita que les toma la medida. Me da mucho miedo ser papá, el mundo cada vez es más difícil y me da pavor que un hijo mío llore, me imagino que esto es inevitable, todos los seres humanos sufren pero veo muy indefensos a esos chiquitines. Admiro mucho a los padres responsables que luchan día a día por sus críos, sobre todo que los educan para ser buenos seres humanos.
Este es el mundo que nos ha tocado vivir, los padres eligen si sus hijos serán buenas personas o escorias.
Saludos intergalácticos.