Mi árbol brotó, mi infancia pasó
Y hoy bajo su sombra que tanto creció
Tenemos recuerdos mi árbol y yo…
Cada vez que llego a la casa de mis papás en Cuernavaca, en donde viví desde los nueve años, me está esperando; me da la bienvenida y me recuerda quien soy. En la primaria a mi hermano y a mi nos regalaron un arbolito, junto a mis padres lo sembramos en frente de la casa. Éste es su árbol y lo deberán de cuidar toda la vida, nos dijeron.
Sembrar un árbol, regarlo, cuidarlo y verlo crecer son parte de un ritual al cual hace alusión el cantautor argentino Alberto Cortez en «Mi árbol y yo». El pasado 4 de abril falleció Cortez y deja un gran vacío, no sólo perdimos a un excelente autor, se fue un filósofo que con su música unió familias y generaciones. Sus canciones son enseñanzas plagadas de metáforas que hacen pensar.
En la primavera del 2004, pudimos ver en vivo al argentino mis padres, mi hermano y yo, en el auditorio de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Verlo era un deleite, trasmitía un sinfín de emociones, les puedo asegurar que los cuatro nos sabíamos todo el repertorio. Recuerdo que cerró con «En un rincón del alma» cantada a capela haciendo gala del vocerrón que poseía. En muchas ocasiones hemos comentando con gran gusto ese concierto que vivimos en familia. No lo volveremos a ver en vivo pero recordamos aquel día como uno de gran luz y emoción. Se va un grande pero sus canciones perdurarán por muchos años.
Hasta siempre aprendiz de Quijote.
Saludos intergalácticos.