Una ciudad es una persona

Hace dos novelas leí «El libro de las mentiras» del escritor argentino Gastón García Marinozzi. En el libro, los personajes principales transitan por un sinfín de emociones como amor, cariño, odio y venganza. La historia se lleva a cabo en Buenos Aires y Barcelona, me gustó que el autor humaniza estas ciudades dándoles cualidades de las personas.

A mis casi 33 años he vivido en tres ciudades; Cuernavaca, Ciudad de México y Barcelona. En cada una he experimentado sentimientos muy distintos y las etapas en las que estuve fueron muy diferentes. Cada ciudad tiene un significado para mi y las quiero como se quiere a un amigo. Me quedo con lo positivo de cada lugar y los momentos felices en éstas, los negativos los borró aunque a veces es imposible.

La calidez de Cuernavaca me transporta a mi infancia y adolescencia, tiene el clima perfecto. En invierno uno puede estar sin suéter y desde la primavera todo florece. La sociedad es muy cerrada y algunas personas viven de las apariencias pero también mis mejores amigos son de ahí. Desde 2009 la tranquilidad se fue y se convirtió en un sitio muy violento por el narcotráfico. Está convertida en una adolescente rebelde y violenta, espero de todo corazón que encuentre la paz de la madurez.

No todas las personas están hechas para la Ciudad de México, su inmensidad puede abrumar a cualquiera. Conozco gente que sólo ha aguantado una semana en la ahora CDMX. En 2010 estuve viviendo por primera vez, recuerdo que recién llegado lloré por la impotencia de estar parado en un semáforo casi una hora. Al terminar la jornada laboral de los viernes huía a Cuernavaca. El período de adaptación es complicado y a mi me costó bastante, pero también la ciudad tiene muchos puntos positivos; lo tiene absolutamente todo. Uno se termina volviendo adicto al trajín y a la velocidad con la que se vive. Hoy en día, si estoy fuera de la ciudad por una semana, la extraño en demasía.

El mediterráneo me atrapó desde las altura, aún no aterrizaba en Barcelona y ya no me quería ir de ahí. La Ciudad Condal tiene una magia que hipnotiza, una de las ciudades más cosmopolitas del mundo en la cual convergen todas las nacionalidades que uno pudiera imaginar. Al caminar por las ramblas uno se confunde al escuchar tantos idiomas y al ver tantos tonos de piel. Durante un año fui muy feliz en la capital de Cataluña, su arquitectura, su fútbol, su gente y su magia me hechizaron. Por causas de fuerza mayor tuve que regresar pero sé que algún día retornaré.

Como con las personas, hay ciudades con las que no hay clic, desde que llegamos nos dan señales para que nos retiremos. He tenido la suerte que las tres ciudades, me recibieron con mucho cariño, también me han dado buenas lecciones. Por eso lo digo, una ciudad es una persona…

Saludos intergalácticos

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