Leí a Andrés Neuman por primera vez por ahí de 2012 cuando me dio por leer a todos los ganadores del Premio Alfaguara. Él ganó el galardón en 2009 por su novela, “El viajero del siglo”. La novela me gustó mucho, principalmente porque Neuman nos sitúa en un lugar imaginario entre Prusia y Sajonia en el sigloXIX, algo que no es común para los escritores latinoamericanos, escribir de lugares no latinoamericanos. Al inicio de este 2018 Andrés Neuman publicó una nueva novela, «Fractura».
Desde que inicié este libro no he parado, el autor se centra en la cultura japonesa, el protagonista es de ese país de Asia, además es sobreviviente de Hiroshima. El leimotiv de la historia es la técnica japonesa denominada kintsugi, en ésta las fracturas de las piezas de cerámica son arregladas con barniz de oro. El kintsugi está soportado por una filosofía en la cual las cicatrices se deben de mostrar en lugar de ocultarse.
Me ha gustado mucho la historia, en posts posteriores comentaré más de ésta porque da mucho de que escribir. En «Fractura», me han llamado principalmente la atención las frases que hablan de la memoria.
“Me acuerdo de que nevaba cuando lo conocí. No me acuerdo de la fecha ni la dirección exacta, pero sí de la nieve. Que cursi es la memoria. Sólo guarda los detalles que pueden contarse mejor.”.
«Por eso sólo conviviendo con el antiguo enemigo, considera Watanabe, aprendió que la memoria es más que resistir al olvido. Tampoco puede olvidarse de qué forma recuerda.».
Tengo una memoria privilegiada, me acuerdo de muchísimas cosas, algunas completamente irrelevantes como mi horario de primero de secundaria. Haciendo un gran esfuerzo puedo recordar que comí un día cualquiera de 1998 o como me vestí para una fiesta en 2001. Mi amigo Rodrigo comenta que soy su disco externo y que le ayudo a recordar todo lo que él ha olvidado. De hecho, me ha apodado Funes, haciendo referencia al cuento del escritor argentino Jorge Luis Borges, «Funes el memorioso». En el cuento, Ireneo Funes después de un accidente, pierde el conocimiento, y al recuperarlo es poseedor de una memoria prodigiosa.
Es cierto que mi memoria me ha ayudado mucho en mi vida, en el ámbito escolar me era muy fácil prepararme para un examen y profesionalmente me ha dado un plus para recordar pendientes y nombres. Pero también me ha traído algunas complicaciones, Neuman dice: «Que cursi es la memoria. Sólo guarda los detalles que pueden contarse mejor.”, en mi caso ha sido cruel y funesta porque recuerdo todas mis decepciones amorosas, cuando me molestaban en la secundaria, mis crudas morales cuando solía tomar y la mayoría de las imprudencias que suelo cometer. No sólo guardo lo que no se puede contar de la mejor manera, también recuerdo información innecesaria. «Mi memoria es como vaciadero de basuras.» Jorge Luis Borges, «Funes el memorioso».
Saludos intergalácticos.