Al iniciar el año 2018, tenía dos propósitos muy claros. Leer más de cuarenta libros, cifra que logré en el 2017, y escribir todas las semanas un post para este blog. El primer propósito va de maravilla; al ritmo que voy, superaré el número del año pasado. La segunda meta se vio mermada al principio de año. Sé que justificarse no sirve de nada pero hay una causa por la cual dejé de escribir.
El primer libro que leí en este año fue, «Arde Josefina» de Luisa Reyes Retana, Premio Mauricio Achar / Literatura Random House 2017. Novela corta, trepidante, con personajes trastornados; primera creación de la escritora chilanga, antes abogada. Comencé la historia el primer día de enero y ese mismo día la concluí. Es breve, es cierto, pero también es adictiva, no podía parar.
El jueves 25 de enero acudí a ver la presentación de la novela en la Gandhi de Miguel Ángel de Quevedo. La presentó una de las mentes más brillantes de nuestro país, el escritor Juan Villoro, quien permite que su columna de los viernes sea publicada en Mexappeal. Luisa Reyes resultó ser un encanto, con ideas lúcidas y un gran sentido del humor, aparte de ser muy guapa. Contó del proceso creativo y como fue estructurando la historia de Josefina. Con mucha acidez relató todo lo que pasó antes de enviar la novela al jurado y como dejó las leyes por dedicarse a lo que más le apasiona, escribir.
Al terminar la presentación decidí caminar a casa, un trayecto de unos cincuenta minutos a pie. No dejé de pensar en todo lo que significa escribir; sacrificio y disciplina. Admiraba a Reyes Retana pero también la envidiaba, por qué ella si podía y yo no. Este blog nació porque, eventualmente, quiero escribir una novela. Este blog es para volverme experto en el oficio de la escritura, escribir, escribir y escribir. En el camino me torturé pensando que no sirvo para las letras y que jamás podre darle vida a algo como «Arde Josefina».
En los últimos meses he leído más que nunca, un libro tras otro, pero algo me ha faltado. El binomio está cojo, no puedo seguir leyendo sino escribo. Leer y escribir, van de la mano. En todos lados veo historias, mi imaginación viaja y crea escenarios inverosímiles. Regresé a escribir porque si no lo hago no me siento bien. Soy feliz escribiendo. En «Arde Josefina», la protagonista es pirómana. Si yo no escribo, siento que me quemo.
Saludos intergalácticos.
Ficidades, no te esperes a leer y leer, todo ese cúmulo de experiencias y fantasías nos hace volar más alto nuestra imaginación, finalmente todos los escritores se inspiran en lo leído, adelante con ese vuelo.
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