La idea es aterradora, nosotros los vemos, claro está, pero quién está siempre al acecho son éstos, nos vigilan. No sólo nos vigilan, con sus sonrisitas y miradas inocentes nos juzgan. Pobre imbécil, tantos anhelos que teníamos y lo echaste a perder, al menos yo perduraré para siempre, tú envejeces y sigues sin ser lo quisimos ser, nos dicen.
Xavier Velasco lo expone de maravilla en el primer párrafo de «Éste que ves». «Los retratos nos miran a nosotros más de lo que nosotros los miramos a ellos. Especialmente cuando somos niños y el retrato nos lleva toda la ventaja. Nos vigilan, también, y a veces saben cosas de nosotros que nadie se ha sabido imaginar. Ser niño y verme de noche y día retratado en la sala de la casa fue temer que ya nunca más podría darles todo lo el retrato prometió.»
Los retratos de niños pequeños no sólo son recuerdos, son promesas. Ese pequeño representó la ilusión de sus padres, ahora sumemos las ilusiones de hermanos, abuelos, tíos y primos; cada quien augurando cosas distintas pero siempre o casi siempre deseando lo mejor, no falta la tía culera y mala leche que goza con la desgracia ajena. Pensemos en todas las fotos cuando eramos pequeños que abundan en nuestras casas o en casas de nuestros padres. ¿Cuántos universos paralelos existirán? Futbolistas profesionales levantando un trofeo, astronautas viajando al espacio, rockstars en escenarios magníficos y quizás el presidente de la nación. ¿Cuántos logramos llenar o superar las expectativas de los mayores? ¿Cuántos fracasamos de manera bella en el intento? ¿En qué momento un niño o una niña pierde el rumbo?
Hay muchos factores que orillan a las personas a realizar actividades inesperadas para ganarse la vida. Admiro a quien se dedica a lo que siempre soñó porque nunca se dejó vencer por las circunstancias.
Hace poco vi a ese foto en mi escritorio, me la tomaron cuando tenía escasos tres años, salgo con esa sonrisa burlona que me caracteriza, enseñando el cinismo con los dientes. Lo pude enfrentar, por fin, ahí vamos cabrón le comenté. Sé que mi vida está en las letras por esto empecé y sigo con este blog. No hay nada que me emocione más que hablar de lo que he leído. Hagan lo que les apasiona y vean esas fotos con seguridad, mándenla a chingar a sus madre si es necesario, no se trata de ser lo que querían que fuéramos sino ser lo que somos.
¿Qué me ves niño burlón?
Saludos intergalácticos.