No me atrevería a decir que hay libros buenos ni malos. Creo que los libros están escritos para ciertas personas y para leer en ciertos momentos.
Y ya para estas alturas si leen regularmente este blog sabrán que soy fan de la lectura. En especial, en este año he retomado el hábito con un apetito voraz. Alguna vez me dijeron que el hobbie de la lectura es uno muy solitario y me hicieron sentir mal por esto, me sentí como una completa y absoluta ermitaña. Y confieso que lo dejé un poco a un lado. Cerré el libro para salir de fiesta y a conocer a más gente.
Hoy, un par de años después, me declaro una introvertida orgullosa y entiendo mejor que nunca la importancia de la lectura para mí. Es mi momento para recargar energía y no considero que lo haga sola. Para empezar me acompaña para empezar el escritor que tuvo a bien escribir las palabras que estoy leyendo y en un segundo lugar y más importante aún me acompañan personajes, mundos e historias.
Siempre he querido dar una clase de literatura (espero algún día hacerlo), pero mientras tanto me encanta pensar cómo le haría para despertar el interés de la lectura en la gente extrovertida, introvertida, fiesteros, callados, amantes de los vicios, tomadoras de licuados sanos, deportistas, fodongos, alegres y deprimidos.
El discurso en mi cabeza y con una entonación espectacular que practico con la acústica de mi regadera iría más o menos así:
La lectura es sí a veces una manera de escapar de nuestra realidad, pero en este escape aprendemos más que con cualquier otro. Al abrir las páginas de un libro conectamos directamente con una historia, con otras vidas, con problemas, con aventuras. No hay imágenes implícitas más que las que nos describen y nuestra cabeza entreteje enunciados creando escenarios. Los libros al transportar nuestras mentes nos introducen en otros países, en otros años, nos introducen a la vida de otras personas en donde nos convertimos en un observador invisible.
Así que en conclusión para mí leer nos permite tener super poderes como ser invisibles, como hablar otros idiomas, viajar en el tiempo.
Leer es magia.
Y si no están convencidos aún, alguien explíqueme cómo podemos estar de un minuto a otro del otro lado del mundo en 1984 en medio de un invierno feroz en Afganistán mientras estamos en nuestras casas al mismo tiempo. Sólo con un libro, sólo con magia.
Saludos lectores,
La Citadina.
P.D. – Llevo 1 mes sin azúcar