En mi búsqueda frenética por ver a Juan Villoro y que me autorizara publicar sus columnas en MexAppeal, llegué a la presentación de “Escritos de un incierto peregrino” de Carlos Mendoza-Álvarez. Procuro ser puntual a todo lo que asisto para analizar la situación. Por el simple hecho de llegar a tiempo al lugar que sea, creo que estoy logrando algo, o por lo menos estoy cumpliendo con mi palabra o con un horario. Ocupé un asiento de la primera fila. Lo primero que dijo el autor al iniciar la presentación fue que Villoro no asistiría; sentí una ligera decepción pero el título de la obra llamaba mi atención, hace no mucho había realizado una especie de peregrinaje en Perú. De Cusco caminé a Machu Picchu pasando por la Cordillera de los Andes.
La presentación superó por mucho mis expectativas, incluso el autor me contestó una pregunta. Salí emocionado del Palacio de Minería en el Centro Histórico de la CDMX, lugar en donde se expuso el libro, compré un ejemplar y el escritor me lo firmó. Esa misma semana por fin pude ver a Villoro, autorizó que MexAppeal publicara la columna que escribe los viernes para el periódico Reforma. Le comenté a Juan que había ido a la presentación de Carlos Mendoza – Álvarez y me habló de la persona, no del escritor. Me contó que Carlos era profesor de la Universidad Iberoamericana y sacerdote; que oficiaba misa en Santo Domingo, en el corazón de la Ciudad de México. Me dijo que tenía una asociación que fomentaba la inclusión de grupos marginados de la CDMX, principalmente a personas transgénero. Es sorprendente todo lo que puedo hacer una persona si así lo decide.
En columnas pasadas he comentado que siempre estoy leyendo algo, para Semana Santa decidí leer “Escritos de un incierto peregrino”. El libro es muy corto y fácil de leer, en 99 páginas el autor nos cuenta de dos viajes que realizó en Semanas Santas pasadas. El primer peregrinaje es en un monasterio de Kentucky en donde vivió el monje trapense Thomas Merton. El segundo viaje tiene lugar en Jerusalén.
No importa si uno no es católico o religioso, el libro lo atrapa a uno porque las reflexiones planteadas son universales. No es un tratado religioso, creo que es un escrito para viajeros que aviva el sentido aventurero que tienen las personas, unos más que otros. El autor experimenta diversas emociones, paz, felicidad, alegría, frustración, enojo, entre otras. Les dejo algunas frases que me parecieron interesantes:
“Al fin y al cabo, la interioridad humana es un asunto universal que a todos nos mueve, conmueve y algún día tal vez nos transforme.”
“Esperar sin esperar nada. Anhelo lanzarme con este espíritu a una nueva etapa de mi vida.”
“Aprender a dejar atrás la mentira en que vivimos es lo que realiza en nosotros el amor de Dios.”
“Pulula la vida como palpitar que no se rinde ante la adversidad de un invierno que no quiere irse.”
“Vienen a mi mente escenas de mi vida: encuentros con personas que amé, rechazos de quienes no me aman, heridas abiertas aún por la rivalidad y el resentimiento, historias de amistad sublime, rostros de mi familia entrañable y de mis ancestros en la fe.”
“Me gusta reconocer un camino nuevo, explorarlo, imaginar que hay más adelante.”
“Prosigo la ruta que sube por la colina hacia un bosque un poco más tupido. Me topo con una encrucijada que me recuerda las decisiones que vendrán al volver a México. Lo que sea lo tomaré con amor.”
“Cada vez que viajo me preparo para dejar todo atrás, como si fuera la última vez que estaré sobre la tierra. Tal vez lo hago porque brota en mi de manera espontánea la conciencia de estar de paso, siempre de paso por este mundo, sin atadura alguna más que algunos cuantos objetos que son parte de mi memoria, aquella apasionante voz interior que siempre nos acompaña, con todo y sus trampas propias del deseo.”
Después de leer el libro y las reflexiones que hice con mi papá esta Semana Santa, me queda claro que somos peregrinos y que estamos de paso. Debemos de ayudar a los demás y buscar emociones y hacer sentir bien a los demás.
Saludos intergalácticos.