Hoy desperté muy rebelde. Decidí utilizar mis encantos de hiper responsabilidad para darme un día de descanso. Un día de #NoComplacerALaGente, de #RomperReglas, de #HacerloTodoAlReves y de #MentirUnPoquito. Me salí de la oficina con la idea de ir a visitar unas ubicaciones que necesitábamos ir a ver con una agencia. Cuando accidentalmente me di cuenta de que eran las 4:00 pm y yo estaba sentada en la banca de un parque comiendo helado y platicando con un amigo.
Retrocedamos un poco…
Quiero aclarar que no planee mi día, simplemente fue sucediendo. De camino me di cuenta que iba a estar cerca de la oficina de un amigo al que no veía desde hace años, entonces le escribí un mensaje rápido preguntándole si estaba libre y me dijo que sí. Y se me hizo fácil ir a comer. Él sugirió unas ricas tostadas de atún, yo decidí que iríamos a comer los mejores tacos de cochinita que he probado en mi vida en el lugar menos sofisticado en el que unos comen parados y la gente sale huyendo de lo incómodo y caluroso que es el lugar pero no sin antes disfrutar una de las mayores delicias de la vida. Mi amigo impactado con mi decisión me felicitaba mientras me escurría caldo casi hasta los codos de los tacos y tenía residuos en los cachetes como niña chiquita. Luego procedió a ayudarme a limpiarme con aproximadamente 20 servilletas. Son las 10 de la noche y mis manos todavía huelen a taco.
Después de ese pecado mortal decidimos pasear por la zona y así fue pasando el tiempo y me di cuenta de que la agencia estaba en completo control de la situación y de que yo no era indispensable. Consideré por un momento alcanzarlos y luego decidí que mejor no. A las 4:00 tenía una llamada importante con mi jefe quien me marcó y decidí no contestar. Le llame 10 minutos después y me dijo que no me preocupara, que ya había tenido la llamada y que todo estaba bien. Si las cosas iban tan bien por qué habría de detenerme entonces.
Regresé a mi casa 1 hora antes de lo que lo haría normalmente, evite todo el tráfico y me instalé para descansar. Me marcó mi jefe nuevamente para preguntarme si asistiría a un evento al que nos habían invitado en la noche. Le contesté que no sabría si llegaría a tiempo ya que había mucho tráfico y aún no había terminado la cita mientras estaba casi colgada de la ventana de mi depa que da a la calle (para que escuchara ruido porque claramente estaba en mi cita: descalza y en pants). Regresé a ver un poco de Netflix y a tontear en la compu. Revisé un par de mails para mantener apariencias y seguí descansando.
Por ahí de las 8:30 decidí que sería prudente darme una vuelta al evento ya que estaba a 3 cuadras de mi depa. Descaradamente me hice un chongo, me puse leggings, unos tacos, un suéter y aventé mis lentes para ver, las llaves del depa y mi celular. Cabe destacar que iba con la parte de arriba de mi piyama (claramente negra). Cuando salía del edificio me topé con una vecina que no podría despreciar más (es grosera e incluso una vez le pegó al pobre electricista que contrate para ayudarme con un fusible quemado) y me pasé de frente sin ni si quiera pestañar. Mientras caminaba hacia el evento me di cuenta que nunca me había portado tan mal y nunca me había sentido tan bien. Me sentía en completa complicidad conmigo misma. Nadie sabía todo lo que había hecho en el día. Es la primera vez que me desentiendo tanto del trabajo. Siempre he sentido que soy completamente indispensable y que si no estoy se cae el mundo. Y no es por egocéntrica de verdad, es por people pleaser. Un mal que nos pega a muchos.
Mi conclusión de hoy es que nadie salió lastimado y yo nunca me había sentido mejor. Claramente es porque no me cacharon (y espero que no lo hagan) pero mientras caminaba hacia el evento (que por cierto sólo le pasé por enfrente porque la cola estaba muy larga) nunca me había sentido más empoderada. Nunca había sentido más control sobre mi vida porque finalmente yo había tomado las riendas y no estaba dejando que nadie más lo hiciera por mí. Probé unas gotas de libertad Godín y decidí que soy adicta y quiero más.
Hoy no me despido porque estoy de rebelde, no por grosera.
La Citadina