Oficialmente empieza la cuenta regresiva del año. Al 2019 le quedan sólo 3 meses y no puedo evitar pensar en el año que me imaginé y que esperaba sólo para suspirar y pensar con absoluta certeza que es todo lo contrario.
Mi año no ha sido ni bueno ni malo, ha sido. Ha sido un año para acomodar y ajustar. Sigo tratando de ajustar el desastre que causó el 2017 y por lo pronto me considero suertuda porque toda la gente que quiero sigue de pie en este mundo que yo conozco y a mi lado. Tengo dinero en mi cuenta, comida en el refri y alguien que duerme a mi lado cada noche.
Estoy planeando un viaje en dos semanas para descansar de estos últimos meses cardíacos y para prepararme para el fin de año que no tengo idea qué me depare. Dentro de la lista de compras está: traje de baño. Pesadilla para muchas mujeres. En mi correo me encuentro con un reto de 31 días para ponerme en forma. Empieza justo hoy y dura todo el mes de octubre. Y podría entrar en la locura y frenesí de dieta antes de playa para verme espectacular, pero la verdad es que me siento bastante bien.
La semana pasada me encontré con una frase que decía: tu cuerpo es un milagro. Y después de pérdidas y múltiples citas a cirujanos plásticos me doy cuenta que en efecto, si puedo realizar todas las actividades de mi vida cotidiana (las cuales afortunadamente sí puedo) estoy perfecta y que mi cuerpo es un milagro.
El año se empieza a terminar y poco a poco voy dejando atrás el miedo. El miedo a perder a la gente que quiero y decido disfrutarlos ahora que puedo, el miedo a no caerle bien a todos y decido ser yo misma, el miedo a no verme perfecta y decido mejor divertirme, el miedo a no tener suficiente y decido que no necesito más.
Y así poco a poco dejo atrás otro año en el cual me siento afortunada de haber vivido y de que aquí sigo, aprendiendo, respirando y viviendo.
Saludos desde el 2019,
La Citadina.