¿Qué tanto pensamos en ellos? Yo confieso que tengo una obsesión secreta por ser buena vecina y no por ser buena persona y preocuparme mucho por los demás, sino porque quiero estar rodeada de buenos vecinos. Lo hago por razones enteramente egoístas.

En el departamento de enfrente vive una pareja. Ella viaja mucho y él la extraña. Lo intuyo porque pasa las tardes en casa viendo películas y sale poco. Por un tiempo me preocupé, pensé que tal ves no volvería, pero eventualmente lo hizo. A ella hace poco se le murió un familiar, sé que tuvo un año difícil, pero está enfocada en su trabajo y tiene muchos amigos. No sé sus nombres, pero sé que se quieren y que van bien en la vida y me da gusto.

Debajo de mi departamento viven los Protasios. Así se llama su perro: Protasio y vive con su dueño. Los domingos hacen brunch con mimosas, cocinan delicioso y él fuma. Salen mucho los fines de semana y trabaja desde casa. Lleva muchos años con su pareja y hace poco tuvieron problemas. Nos despertaron a las 4:00 am un viernes entre gritos. Fuera de enojarme me preocupé. El viernes pasado se mudaron. Yo estaba sumergida en trabajo y no escuché la mudanza hasta que bajé y vi que se llevaron la plantita que decoraba su entrada y su tapete. No más Protasios, me sentí triste y un pequeño vacío. No me avisaron que se iban, pero tampoco me sé sus nombres.

No puedo evitar pensar que sólo a un par de metros, a unas ventanas a unos muros están sucediendo vidas, problemas, relaciones, situaciones, igual que en mi vida. Podría parecer que paso horas colgada por mi ventana escuchando conversaciones y monitoreando vidas ajenas. La verdad es que me entero de casualidad, porque estoy aquí y estoy presente.

Cuando era más joven no me fijaba en nadie. No conocía a mis vecinos y tal vez fue por eso que me tardé tanto en encontrar al Sr. Novio, que curiosamente fue mi vecino durante muchos años. Nunca sabes quién vive a tu lado y qué tan cerca de tu vida puede estar figurativa y literalmente.

Saludos a mis vecinos,

La Citadina.