La semana pasada me ofrecieron un proyecto dentro de una de las áreas que estoy persuadiendo. El proyecto me asustaba brutalmente, pero era uno muy lucrativo y corto (acabaría en 2 semanas). Sólo había dos problemas: El primero es que me daba miedo tomarlo, el segundo problema es que no me daba buena espina.
Llevo trabajando con esto un buen rato y he descubierto que tengo un grado acertado de buena intuición para las cosas. El problema es que también soy bien miedosa ¿Cómo identificas si algo te da miedo o te da mala espina? ¿Mi respuesta? Negociando con el miedo.
Tenía miedo principalmente porque el proyecto que me pedían en realidad no lo se hacer porque nunca lo he hecho. Esto tenía solución porque tengo los contactos para resolverlo y hacerlo suceder, pero aún así me asustaba supervisar algo que no sé hacer y que sobre todo no he hecho antes. Me expliqué a mi misma que muchas veces la gente entra a trabajos sin tener idea de cómo hacerlos y que a veces hay que ser valientes y saltar.
Así que después de racionalizar con mis temores, entenderlos, apapacharlos y darles solución me senté con mi intuición y seguía en alerta. Por lo que decidí declinar el proyecto y en el momento en que lo hice sentí un alivio profundo. Ding, ding, ding, respuesta correcta.
Al final del día me sentía tranquila pero no pude evitar pensar en mi como una limosnera y con garrote (dícese de alguien que pide caridad o un favor y luego lo agradece de mala manera). La persona que me buscó para este proyecto fue alguien a quien yo le pedí que me mandara proyectos. Pero simplemente no era para mí y está bien.
Llevo exactamente 15 meses desde que dejé mi trabajo de oficina. Y aunque muchos podemos idealizar este tipo de trabajo (yo lo hacía) es difícil, bien difícil. Decidí dejar dinero en la mesa cuando realmente lo quiero porque no era la decisión correcta para mí.
En días como estos, me recuerdo que renuncié a mi trabajo porque quería retomar el control de mis horarios, de mis decisiones, de mis acciones, de cómo ocupar mi tiempo y como bien nos dicen, toda decisión tiene una repercusión.
Hoy les escribo desde mi casa, con dinero de menos pero seguridad de más. Confiando en que he perdido mucho estos meses (ahorros en el banco más que nada) pero lo que he ganado literal, no tiene precio.
Saludos desempleados pero tranquilos,
La Citadina.