A la gente que tiene pensamientos suicidas se les recomienda recordar que es una solución permanente para un problema temporal. Leí esto hace poco en un artículo, lo cual me puso a pensar en la temporalidad.
Es cierto que en esta vida todo, absolutamente todo es temporal. Tanto lo bueno como lo malo. Es una verdad poderosa, liberadora por un lado y amenazante por otra. Empieza a hacer calor en la Ciudad de México y no hay nada que me ponga más feliz. Es la mejor época del año, pero no puedo evitar recibirla con un sentimiento dulce y amargo a la vez. Amargo, porque sé que va a terminar eventualmente y vendrán las lluvias y el frío. Se cumplirá un nuevo ciclo y tendré que pasar por todos.
Sin embargo, cuando se trata de cosas malas el pensamiento de temporalidad es lo más liberador que puede haber porque uno se puede recordar sutilmente que esto también pasará y habrá un momento en el que los malos momentos serán sólo un recuerdo y dejarán de ser la realidad.
La vida está llena de polos opuestos y algunos dicen que el truco está en encontrar el equilibrio, los tonos grises entre el blanco de un lado y el negro del otro. En este concepto de temporalidad no logro ver a medias tintas, pero lo mejor que puedo hacer es pensar en el símbolo del ying y yang, en donde las figuras embonan y cada una tiene un puntito del color opuesto dentro del color predominante. La temporalidad para mí es eso. Es un círculo que gira, que a veces puede ser algo malo que pasará y que a veces puede ser algo muy bueno, que también pasará.
Me sirve recordármelo para no atorarme en ningún momento y tratar de estar lo más presente posible sabiendo que lo que estoy viviendo, probablemente nunca se repita.
Saludos temporales,
La Citadina.