Anda despacio

Llegar a una isla siempre es cosa complicada, del tamaño que sea, y entre más chica peor. Aún se me hace inconcebible que un pedacito de tierra esté flotando en medio del mar, así nomás. Mis conocimientos de geología (y geografía) dejan mucho que desear, pero lo que sí he descubierto, es que en las islas que he visitado hay un cierto desprendimiento de la realidad. Al igual que físicamente ese pedacito de tierra irónicamente está desprendido de la masa que constituye lo que conocemos como tierra firme.

Este mes tuve la suerte de conocer una pequiñísima isla llamada Caye Caulker que pertenece a Belice. Llegar desde Chetumal es “bastante sencillo” una vez que uno se mentaliza a que 1) vas a una isla, 2) un “water taxi” es igual de cómodo que un taxi común y corriente con prisa y 3) el trámite de migración por mar es mucho más laborioso que el aéreo (llenas 20 mil formas mil veces y necesitas pagar por llegar al puerto y por salir). Pero una vez que llegamos junto con el atardecer del día, de un trayecto que me pesó más de lo que esperaba, toda la impaciencia y pesadez del viaje se evaporaron.

Hay algo de humildad y sobre todo vulnerabilidad de caminar a la mitad de una calle de arena, teniendo que cederle el paso a uno que otro coche durante tu camino y no al revés. Parece que al tiempo lo desenchufan y te quedas atrapado en una burbuja en medio del océano caribeño.

El lema de la isla es “go slow” (traducción: anda despacio) y uno se encuentra este recordatorio discreto en letreros coloridos al caminar por sus calles. Como turista te acuerdas que se acabó la prisa y ya llegaste a tu destino.

Anda despacio

Estuvimos menos de 2 días en la isla, que parecieron una semana o un par de horas, el tiempo es irrelevante. Nos entretuvimos caminando, viendo atardeceres, nadando, tomando el sol, piñas coladas, cafés fríos, cervezas y comiendo Kabobs y langosta. No necesité de entretenimiento, el azul infinito me absorbía tanto por el cielo como por el océano.

Anda despacio,

El regreso fue mucho más llevadero, el tiempo pasó más rápido y más despacio. La brisa de nostalgia me envolvió todo el camino mientras emprendía un regreso a tierra firme, donde los sueños son menos tangibles, donde el tiempo es un dictador estricto y los letreros simplemente son nombres de calles.

Anda despacio,

La Citadina.

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