El salario del lambiche

Hasta hace pocos meses podía decirse que eran el uno para el otro. “Un hombre de negocios a quien siempre he apreciado y respetado; una buena persona, con una familia maravillosa”, describía Donald Trump a su leal abogado Michael Cohen. Por su parte, el letrado de Long Island se jactaba de estar dispuesto a recibir una bala en lugar de su patrón.

Hoy que el crédito de ambos es día a día hecho añicos por las pesquisas del FBI, el idilio se transforma en sainete. “Si alguien requiere de un buen abogado, yo le sugeriría enfáticamente que no empleara los servicios de Michael Cohen”, ha tuiteado recientemente el mandatario, tras saber de la cómoda reducción de condena –tres añitos de cárcel, nada más– que recibió el otrora defensor por echar de cabeza al defendido.

Tal parece que el abogado estrella, recién caído del caballo –mismo que por diez años cabalgó con trumpiano despotismo–, encuentra al mandatario “corrupto y peligroso” y abomina de aquella “lealtad ciega” que terminó arrastrándolo hasta “el sendero oscuro”. Diantres, si hasta la cárcel encuentra Michael Cohen preferible al encierro virtual que era servir a Trump, según confiesa ahora que logró ver la luz y hacer un espectáculo de su contrición.

Hela ahí, una vez más: la parábola del soberbio y el servil. Asume el engreído que el lamesuelas le debe la vida, cuando éste sabe bien que es al contrario. Nadie mejor que el perpetuo agachón conoce las flaquezas del amo y señor. Su trabajo, de hecho, está en minimizarlas y esconderlas, al punto de forzarse a aparentar la ceguera que un día, ya muy tarde, empleará de coartada para jurarse ingenuo y engañado. ¡Cómo iba uno a saber que las manchas de sangre que una noche borró con esmero y sigilo eran rastros de un acto criminal!

En su inmenso candor, el soberbio se quiere inteligente, y ahí está el zalamero para así confirmarlo. Por más que éste se ponga de tapete sin exigir a cambio un cacahuate, se equivoca el engreído si cree que las lisonjas han de salirle gratis. ¿Mas cómo no esperarlo, si el único valor de los halagos descansa en su presunta honestidad? ¿No es notorio que quien lame las botas se encuentra por debajo de quien las calza, y desde allí le admira inexorablemente? ¿No es también a su sombra que ha encontrado cobijo, certezas, esperanzas? ¿No le debe, por fin, todo lo que es?

Las deudas, ya sabemos, suelen pecar de incómodas. Más todavía si lucen impagables, y entonces nos condenan a nunca terminar de agradecerlas. Nadie que no probara en carne propia los pesares callados del genuflexo sabrá cuál es el precio de la autohumillación, ni podrá calcular el monto de sus réditos. No debe ser sorpresa el maleante mayor se vea traicionado por esos subalternos que en su día se prestaron a las peores vilezas en su nombre. ¿Qué tanto es un tantito, a esas honduras? ¿Quién debe más a quién, una vez que el orgullo sojuzgado deja de hacerse el muerto y asoma la cabeza?

Mientras cumple con su triste papel, disfruta como nadie el lamesuelas de ocupar el lugar de su ufano patrón, y llegado el momento exceder sus desplantes ante quienes no son más sus iguales. En sus años de gloria Michael Cohen, hijo de un sobreviviente del Holocausto, defendió a Donald Trump de quienes con razones evidentes le acusaron de antisemitismo. Se le vio amenazar, insultar y difamar a todo aquel que osó enfrentarse al poder del hombre a quien cubriera de halagos tan frecuentes como abyectos, seguramente al tanto de que toda abyección causa honorarios.

Hoy que al fin el soberbio se mira acorralado, los lambiches de antaño comienzan a mirar hacia otra parte. Ignoran, por supuesto, la clase de maleante para el que trabajaban. Ellos cumplían órdenes, y aquí entre nos aquello era un infierno. Para suerte de todos, en sus doradas suelas no hay rastro de saliva.

Este artículo fue publicado en Milenio el 15 de diciembre de 2018, agradecemos a Xavier Velasco su autorización para publicarlo en MEX APPEAL.

Foto:

https://www.bostonglobe.com/news/nation/2018/08/21/michael-cohen-talks-strike-plea-deal-fraud-case/y4kpcNhBEyyqKz1mRSt7NK/story.html

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