Soy de esas que siempre siente que le hace falta algo. Tengo este hábito en todos los aspectos de mi vida, el famoso “nunca es suficiente”. Para ilustrar este punto tengo muchos ejemplos: Nunca hay suficiente dinero, conocimiento, viajes, zapatos, amor y sobre todo tiempo.
Si nos ponemos pesimistas podemos vivir en un mundo de carencia, sean cuales sean las circunstancias de nuestra realidad. En el libro de Delirio de Laura Restrepo escribe que Pablo Escobar alguna vez dijo “Qué pobres son los ricos de este país”. Refiriéndose claramente a su natal Colombia.
Me he encontrado en ratos libres, dándole vueltas a esta frase como si fuera un cubo rubik. Porque el significado más obvio sería que se refiere a que no tienen nada a comparación de su propia fortuna, pero no puedo evitar pensar que hay más caras o máscaras escondidas en esta frase. Porque podemos tener todo y no tener nada.
Me confieso adicta a leer libros de autoayuda, de comprar cursos, de escuchar conferencias, probar nuevas técnicas y rutinas de salud. Busco ser mejor persona tanto en lo emocional, lo físico y lo espiritual. Por mucho tiempo he navegado detrás de la bandera blanca con unas palabras casi transparentes que dicen: superación, ser mejor persona, ser humano, mujer. Y lo hago tras el escudo de sentirme superior, pero en el fondo es porque me siento inferior.
Tras seis meses de echarme un clavado en mi mundo y mi realidad he descubierto muchas cosas. Una de las más valiosas es un tesoro el cual me ha ahorrado mucho tiempo y dinero tras su reciente descubrimiento. Y esta verdad universal es completamente subjetiva como todo en este mundo lleno de dualidades. Mi gran descubrimiento es que:
No necesitamos nada de lo que pensamos que necesitamos
Lo descubrí cuando le consulte a una amiga si pensaba que era buena idea tomar OTRO curso en línea para mi negocio. Me escuchó atentamente durante cinco minutos mientras le contaba todos los detalles, costos y justificaciones. Estaba tratando de darle todos los argumentos para que me diera casi permiso de tomarlo. Cuando terminé de exponer mi caso le pregunté ¿qué piensas? Y me contestó: No.
Me quedé impactada con su respuesta tan tajante. Prosiguió a decirme que no necesitaba aprender nada más, ya sabía perfecto lo que quería hacer y que lo que me hacía falta era hacerlo.
Durante años he sentido que me hace falta algo, me hace falta ser mejor persona, saber más, aprender algo nuevo. Claro que siempre va a haber algo más y es imprescindible tratar de ser mejor. Pero hay días en los que tenemos que saber que no necesitamos nada más para ser mejores.
Desde ese día dejé de tomar cursos, de buscar inspiración en el trabajo de los demás y de aprender nuevas técnicas para ser más feliz, más sana, más algo. Empecé a crear desde la obscuridad de mi creatividad, a leer y moverme por diversión. Me siento más inspirada, más tranquila y de paso bajé un kilo ¿qué más podría pedir uno en la vida?
Saludos así como estoy,
La Citadina.