Aquel viejo sentimiento

Aquel viejo sentimiento aparece cada cuatro años, en el verano de cada cuatro años, lo he sentido desde 1994 cuando tenía ocho años. En ese momento no comprendía al cien lo que pasaba, antes de ese instante nunca me había gustado el fútbol. Los mexicanos quedaron tirados en el césped gringo al ser vencidos en penales por los búlgaros. No terminaba de entender lo que pasaba, lo tomé a la ligera y me hice un gran fanático del fútbol, a partir de ese momento mi vida quedó condicionada por el rodar de un balón, aún no sé si fue algo bueno o malo.

En Francia 1998 tuvimos en la lona a Alemania, pero los teutones nos dieron la vuelta y perdimos 2 – 1. Ese día no fui a la escuela, después del partido me enojé, lloré un poco pero después me puse a jugar Diddy Kong Racing en el Nintendo 64.

Las desveladas de Corea y Japón 2002 eran brutales, pero lo fue peor perder contra Estados Unidos en octavos. En la primera ronda México sorprendió a propios y extraños y estuvo muy cerca de llevarles los nueve puntos; Italia empató al final del tercer partido. De nada sirvió pasar de primero porque nuestro archirrival nos ganó 2 – 0. Me dormí con los ojos hinchados de tanto llorar.

En Alemania 2006 nos despachó Argentina en tiempo extra. Lo vi en McAllen y hablé durante una hora con un amigo vía Nextel, necesitaba desahogarme con un pambolero mexicano. Estuvimos tan cerca pero Maxi Rodríguez nos regresó a casa con un poema de gol.

Cuatro años después en Sudáfrica una vez más, Argentina nos eliminó en el cuarto partido. 3 – 1, los ches fueron superiores.

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