Lo que hago con mi tiempo libre

Ayer fue mi último día de trabajo en la empresa en la que trabajaba. Renuncié hace 2 meses y mentalmente hace 2 años.

A la hora de irme despidiendo de mis colegas me sorprendió cuántos aspiran con hacer lo mismo que estaba haciendo yo (irme para poner mi propia empresa) y me fui con una ola de porras que se quedó retumbando como un eco en mi cabeza.

Hoy en la mañana me desperté con una sensación muy extraña. Mentalmente enlisté pendientes y luego me acordé que ayer se los heredé a alguien más cuando firmé y puse mi huella digital en varios renglones y hojas.

Es un día atípico porque en la tarde me voy de vacaciones con el Sr. Novio entonces no le vi el caso de empezar con la rutina que planee meticulosamente meses antes sobre cómo administraría mi tiempo ahora que fuera libre de horarios impuestos por otros.

Así que empecé mi día como empiezo casi todos: leyendo y tomando té. Luego desayuné y entré en crisis cuando me di cuenta que me quedaban 5 horas libres por delante sin un plan concreto. Así que me puse a ser “productiva” para no sentir que desperdiciaba mi tiempo y decidí ordenar la parte de arriba de mi clóset.

Si alguien presenciara lo que sucedió después pensaría que en realidad me corrieron de mi trabajo por loca.

Mientras comencé a ordenar me empecé a enojar (y aventar cosas para efectos dramáticos, pobre vecino de abajo) ¿Por qué tengo tantas cosas a pesar de que acabo de ordenar hace poco? ¿Porqué todo se ve tan desordenado? Empecé por taclear 2 cajas de cosas de mi papá que quise depurar para que cupieran en 1. En mi arranque casi acabo en el hospital cuando decidí cargar la caja pesadísima, di un paso mal y me caí de la escalera que estaba usando para alcanzar todo. Menté madres y me senté en el piso a lamentarme en lo que me distraje y empecé a depurar y tirar papeles. Me encontré con fotos y sus agendas viejas en donde meticulosamente revisé la fecha de mi cumpleaños y sin falla ahí estaba: Mi hermosa Paulina cumple 18, Mi hermosa Paulina cumple 19, no pude evitarlo y lloré un poco. Luego leí: Cumplimos 32 años de casados (con mi mamá). Ni un festejo. No pude evitar reír. Clásico de mi papá y me acordé de él con cariño. Seguí con mi labor y terminé mi arranque psicótico con una caja de cosas por donar con la cual repetí el mismo proceso que con la otra caja pesada con una maniobra desesperada la cual hizo que se me cayera la caja, cayera de cabeza y se despojara de todos sus contenidos. Fabuloso pensé.

Luego decidí relajarme porque ya había sido “productiva”. Me puse a bailar al ritmo de la música que escuchaba con unos ridículos audífonos enormes, di mil vueltas por el depa, me bañé a las 12 del día, hice un perro boca abajo en la regadera para sentirme intrépida (posición de yoga no recomendada para superficies resbalosas) y me bañe 2 veces sólo porque sí. En algún punto mi vecino de enfrente presenció algo de la locura y decidió irse que seguir viendo lo que sucedía con la loca de enfrente.

Y mientras bailaba con Glen Miller de fondo (sí así de oldies me gustan) me di cuenta de algo por primera vez… soy dueña de mi tiempo.

Y todos los intentos fallidos de ser productiva en el día son justo para lo que renuncié, para disfrutar la vida, ser incongruente y caótica. Porque de eso se trata la vida ¿o no?

 

Saludos liberados y caóticos,

La Citadina.

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