Números

De repente todo en nuestras vidas son cifras. La infancia pierde su diversión cuando llegan los números, no me refiero a las temidas matemáticas a las que muchos nos inculcan a odiar cuando en realidad son muy valiosas. Me refiero a calificar a las personas, a compararlas, a darles una estrellita o negáreselas.  ¿Cuánto sacaste en el examen? Recuerda que sí sacas buenas calificaciones tendrás un premio, así nos empiezan a condicionar. Conforme pasan los años, los números van adquiriendo más valor.

Todo es medible y en la vida laboral todo depende los indicadores. ¿Cómo vamos a darte un bono? ¿Cuánto vendiste? ¿Cuánto le generaste a la empresa? Hasta las redes sociales tienen indicadores, hay KPIs (Key Perfomance Indicator) para absolutamente todo.

Cuántas veces no hemos escuchado: a fulanito le está yendo bien. Esta expresión siempre gira en torno al dinero, se refiere a que tal persona está ganando buena feria. El éxito se mide, lamentablemente, en función de lo que se genera económicamente. Alguna vez preguntamos: ¿Fulanito es feliz? ¿Fulanito está sano? ¿Fulanito disfruta lo que hace? ¿Fulanito tiene tiempo para ir al gimnasio o para leer? ¿Fulanito convive con su familia?

Curiosamente este post surge en mi afán de mejorar numéricamente. En enero del 2017 leí 8 libros, me propuse mejorar y leí 11 libros en enero del 2018. Es cierto que algunos de los once libros leídos no fueron tan extensos, entre éstos estuvo «El Principito» de Antoine Saint-Exupéry. El libro del autor francés me pareció increíble, no creo que sea un libro para niños exclusivamente, cuenta con reflexiones que nos hace recapacitar como adultos.

«Las personas grandes aman las cifras. Cuando les habláis de un nuevo amigo, no os interrogan jamás sobre lo esencial. Jamás os dicen: ¿Cómo es el timbre de su voz? ¿Cuándo son los juegos que prefiere? ¿Colecciona mariposas? En cambio, os preguntan: ¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos tiene? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre? Sólo entonces creen conocerle. Si decís a las personas grandes: he visto una hermosa casa de ladrillos rojos con geranios en las ventanas y palomas en el techo… no acertarán a imaginarse la casa. Es necesario decirles: He visto una casa de cien mil francos. Entonces exclama: ¡Qué hermosa es!»

¿En qué momento los adultos nos volvemos tan superficiales? ¿Cuándo dejamos de jugar? ¿Cuándo dejamos de coleccionar mariposas?

Saludos intergalácticos.

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