Al diablo las trincheras

Usted camina por Paseo de la Reforma, durante una gran marcha ciudadana volcada a dar la cara al autoritarismo, cuando le sale al paso un conocido opositor al régimen, a quien usted no sólo halla antipático sino además grosero, oportunista, déspota, lambiscón y en suma impresentable. No es que albergue prejuicios al respecto, pues tan bien le conoce que da la media vuelta y evita saludarlo, nada más de pensar en que alguien más pudiera verlos juntos y ya sólo por eso les ubicara en la misma trinchera. “Son iguales”, dirá, y de sólo pensarlo usted experimenta un asco metafísico que le lleva a taparse la nariz (no sea que se le pegue lo nefasto).

Si me pusiera cursi, diría que cada semana escribo “desde esta trinchera”, pero no veo la necesidad de ir a enterrarme en una ratonera para poder decir lo que me toca. Atrincherarse, dice el diccionario, es también “mantenerse en una posición o en una actitud con tenacidad exagerada”. Pero escribir en tales circunstancias no es nada más incómodo y ridículo, sino además inútil y patético, pues implica expresarse a la defensiva, igual que el arrimado en casa ajena, y encima de eso condenarse a no ver más allá de las propias narices. El acto de escribir nos exige pensar, dudar, rectificar; el resto es abyeccción y servidumbre.

Son tiempos de trincheras, por lo visto. Antes que alzar la voz para manifestar aquello que uno cree, lo que toca es ponerse a buen resguardo del granizo de fuego, plomo y metralla. Pero también son tiempos de reggaeton y no por eso dejo el bossa-nova. Opinar es nadar contra la corriente, significarse en medio del rebaño, arriesgarse al denuesto y la calumnia. Ya pueden ubicarte en tal o cual trinchera, al lado de quien más les acomode, que no por eso vas a darles gusto. Porque esto no es un campo de batalla, ni hace falta pensar como el de al lado o abominar por fuerza de los de enfrente para considerarse respetable, pues todo lo contrario: esta agenda balcánica del trincherismo supone una constante purga entre los de acá, para no parecerse a los de allá. Hipocresía cosmética, diría yo.

¿Qué distingue a las masas diazordacistas de las echeverristas, a las salinistas de las calderonistas o a las obradoristas de las peñistas? Se diría que nada, en cuanto masas. Vamos, la sola idea de igualarles, aun si ellos así lo pretendieran, supone simpatías fascistoides que confunden gentío con rebaño y aborrecen la sacra independencia de quienes muy bien pueden compartir unos cuantos objetivos comunes, sin por ello rendirse a la ridiculez de la uniformidad.

Usted es, como yo, individualista. Lo cual, volviendo al diccionario, significa que tiende a “pensar y obrar con independencia de los demás”, o bien a defender “la autonomía y supremacía de los derechos del individuo frente a los de la sociedad y el Estado”. No podemos, por tanto, igualar a los otros entre sí, por muy mal que nos caigan, ni temernos idénticos a ellos sólo por albergar unas cuantas ideas similares y acaso equivalentes. Incluso las personas más antipáticas guardan por ahí alguna afinidad con las que nos parecen más amables, y éstas sin duda ocultan mañas perniciosas que nomás no queremos conocer. Todo lo cual refuta, para escándalo de esos colectivistas amigos del ultraje colectivo y la generalización artera, la ley del dime-con-quién-andas-y-te-diré-quién-eres, que tan buenos servicios ha rendido a mojigatos y juzgones de todas las épocas.

Ser y pensar distinto de los otros no implica dividirnos en trincheras; tampoco ir por la vida ventilando complejos ancestrales y cobrando facturas imposibles. No tengo que pensar igual que usted, ni parecerme a aquel a quien no saludó, para votar los tres por las mismas opciones; esas son pretensiones delirantes de quienes sólo saben moverse entre trincheras. Puesto de otra manera, entre el miedo y el odio: esas taras que igualan a la gente con la misma eficacia que la someten y deshumanizan.

Este artículo fue publicado en Milenio el 28 de enero de 2023, agradecemos a Xavier Velasco su autorización para publicarlo en MEX APPEAL.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s