¡Vamos, Nole!

Escribo esto delante de una hazaña en curso. No exagero si digo que llevo prácticamente toda la vida esperándola y aún ahora —valga decir, especialmente ahora— temo que esté tan lejos como el trecho engañoso y escarpado que separa a la mera grandeza de la perfección. Seguramente no soy el único aficionado que vive en la zozobra cada que Novak Djokovic se acerca un poco más a ganar el segundo Grand Slam masculino de la historia, pero puedo decir que llevo ya diez años de haber hecho la apuesta que hoy me tiene temblando frente a la pantalla: si alguien podía lograrlo, tenía que ser el serbio tempestuoso.

Corría 2011 cuando cubrí para MILENIO-La Afición los cuatro torneos mayores del tenis mundial, tres de los cuales terminó por llevarse el inefable Nole. Mi intención por entonces era alcanzar, así fuera a destiempo y de rozón, la rivalidad Federer-Nadal, y en vez de eso asistí al surgimiento de un tercer fenómeno, entrenado y curtido por los otros dos. No era tan elegante como el suizo, ni quizá tan bravío como el español, pero bastaba con verlo de cerca devorarse la cancha a pisotones para hallarlo imponente como un cyborg. Y algo más: exudaba una inmensa fe en sí mismo, matizada por un humor ligero que le robaba peso a cada escollo.

—¿Te sientes más concentrado ahora que nunca antes? —le pregunté al final del Abierto Australiano, en la conferencia de prensa a la que había llegado con el trofeo entre manos.

—¡Que si me siento qué! —alcanzó a responder, entre el desconcierto y la perplejidad porque yo había pronunciado la palabra “focused” con un innecesario peso en la “c”, de modo que sonaba un poco más a “fuck”.

“¿No te sientes cogido como nunca?”, le había preguntado sin querer, pero una vez que se aclaró el entuerto premió el serbio mi avergonzado error con una carcajada larga y contagiosa que todavía hoy, aficionado al fin, celebro y atesoro. De cualquier modo aquello —su asombroso nivel de concentración, su autoconfianza, su ligereza a prueba de reveses— era en tal modo obvio que no pude evitar sentirme un tanto ñoño al hacer la pregunta. Tres torneos y dos trofeos más tarde, ya asumiendo que estábamos estrenando una era, me pregunté cuánto le tomaría a aquel fenómeno alcanzar y quizá rebasar a sus dos intratables maestros, quienes año tras año le habían roto sistemáticamente un corazón tan joven que nunca tardó mucho en reponerse de los peores golpes.

Fue el 11 de septiembre de 2011, hace exactamente una década, cuando Nole se llevó su primer US Open (apenas el cuarto torneo mayor de los veinte que hoy tiene). Había saltado a la cancha con una cachucha del departamento de bomberos de Nueva York, y así llegó a la conferencia de prensa. Empujado no sé si por el celo periodístico, la cosquilla literaria o un tardío entusiasmo infantil, fui tras él al final de las preguntas y lo vi entrar a un baño con urgencia notoria.

Lo abordé a la salida, seguro de que al libro que planeaba escribir le haría falta una larga entrevista con quien ya era número uno del mundo y parecía resuelto a quedarse por mucho tiempo allí. Me temo que era todo un despropósito, pero igual tras hablar dos minutos del tema me pidió acompañarlo al vestidor, donde estaría su representante. Recorrimos pasillos y cruzamos salones, yo unos metros atrás y él volviéndose cada pocos pasos para no permitir que me perdiera. Comprobé así que quien ya era el tenista número uno del mundo era también un fulano estupendo.

Aún no he terminado de escribir aquel libro, ni al final concertamos la entrevista, pero tras una década de verlo batallar como una fiera por conseguir lo a todas luces imposible y apostarle mi resto de corazón, no puedo menos que aplaudir desde aquí a quien sigo creyendo que ha de ser el más grande de la historia.

Este artículo fue publicado en Milenio el 11 de septiembre de 2021, agradecemos a Xavier Velasco su autorización para publicarlo en MEX APPEAL.

Foto:

https://www.lanacion.com.ar/deportes/tenis/rafael-nadal-novak-djokovic-roland-garros-nid10062021/

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s