Hay días en que a uno no le sonríe ni la rata que tuvo la mala fortuna de toparse en su caminata mañanera que pintaba ser gloriosa. Hay días cuando todo parece estar al revés, la gente estorba, los comentarios sobran, la imprudencia predomina y la paciencia está de siesta.

Hay días en que uno lamenta la muerte de sus seres queridos no por extrañarlos, sino por la bola de problemas que dejaron atrás (sí, suena feo, pero en mi caso humano es la verdad, sólo por hoy). Hay días en que uno no entiende porqué la gente de su ex oficina se obstina en hablar mal de uno que ni vela en el entierro. Hay días en que uno no entiende porqué es tan difícil encontrar té de jazmín SIN té verde.

Hay días en que uno no entiende cómo es que pasó tan rápido el año y sigue parado en el mismo lugar. Por qué si le acaban de depositar su cuenta está en ceros. Por qué hay tantos coches en la calle en la misma dirección que uno va. Por qué está tan difícil el rompecabezas que pintaba ser divertido y relajante. Por qué siempre que viene la señora que ayuda a limpiar el departamento siempre desacomoda el mismo zapato y lo deja fuera de lugar.

Hay días en que uno no se aguanta ni a uno mismo. Hay días en que uno no tiene ganas de nada, más que de que llegue la hora de ponerse la piyama, cenar e irse a dormir, esperando que mañana sea un mejor día.

No sé porqué no puedo dejar de pensar en que Shakira lo dice mejor en alguna de sus canciones, en alguna de la colección de Pies Descalzos cuando aún tenía sentimientos y se preocupaba por ser un ser humano normal.

Saludos y hasta mañana,

La Citadina.