Más maneras de ser mexicana

Nacida y crecida en México, siempre, toda mi vida, pero a veces he dudado de mi nacionalidad. Sobre todo porque mi primer idioma fue el inglés, mi mamá no es de aquí, aprendí a comer enchiladas sin chile y con yogurt natural en vez de crema y de apodo de chiquita me decían La Infanta por mi parecido a las lejanas tierras españolas de las que vino mi abuelo.

Este año ha estado lleno de preguntas y búsquedas. Un suceso curioso que detonó una inestabilidad más brutal que el temblor del año pasado fue cuando este año en Junio, México le ganó a Alemania en un partido del mundial. La gente enloqueció y las masas se dirigieron al Ángel de la Independencia sobre Reforma.

Lo que sucedió en esa glorieta es una de las cosas más extrañas que he vivido en mi vida. Me sentí una extranjera en medio de un mar de locales que tienen pasaportes iguales al mío, que hablan mi mismo idioma y habitan en la misma ciudad. Pero yo me sentía más lejos que nunca.

El deporte nacional obviamente fue tomar lo más posible, perder el estilo usando una playera de la selección, correr alrededor del Ángel, cantar en rima y ser empanizado por harina. Sigo sin entenderlo. Lejos de ser algo interesante o diferente, para mí fue alarmante, nunca me he sentido más sola que ese día rodeada por una multitud psicótica en donde la rara era yo.

A raíz de ese suceso empecé a cuestionar mi sentido de pertenencia en este país caótico. Lo curioso es que he tenido muchas oportunidades y todas las puertas abiertas que quisiera para irme y nunca lo he cuestionado: Casa es aquí, en México. Por lo que poco a poco me he ido dando cuenta de las maneras en que a mí manera pertenezco a este país exótico y misterioso para tantos.

He descubierto que la clave de la salsa no está sólo en ese sabor especial que le da a los platillos, sino en la incertidumbre que proporciona. Que ser desordenado y doblar las reglas es un placer indescriptible, un regalo de vida. Que la facilidad con la que uno es adoptado en cualquier familia vale mucho más que los beneficios de cualquier país de primer mundo. Correr alrededor de una glorieta gritando cosas sin sentido, aventando cerveza y harina, no tiene explicación y está bien, muchas cosas en la vida tampoco la tienen.

Sigo haciendo notas en mi celular de cosas que quiero hacer para ser mejor mexicana como por ejemplo: ver al Chavo del 8 y de Cantinflas, probar más salsas, ser más flexible, amar con los brazos abiertos, adoptar amigos y convertirlos en familia, sonreír más, gritar y hacer ruido, ser imprudente, planear menos y vivir más.

Saludos mexicanos,

La Citadina.

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