Breve manual de boxeo y una que otra historia de puños.
Eliminen cualquier prejuicio que pudieran tener. Esta actividad es para todos, sin importar género, edad, apariencia o gustos. Es importante que se comprometan con el deporte y con ustedes, la evolución es gradual, depende mucho de condiciones personales y únicas; coordinación, condición física, estructura corporal, entre otras. Sean disciplinados y los resultados serán sorprendentes. Saquen toda la furia y revienten el costal como si no hubiera mañana.
No la pasé nada bien en la secundaria, mucho tuvo que ver mi tamaño de pigmeo. En ese periodo predominan las leyes de la jungla, los más fuertes dominan a la manada. Quien es pequeño es presa fácil. Me vi involucrado en una riña porque se me acusó de un crimen que no cometí; robar los frijoles de Gabo para el experimento de biología. Me amenazó y me proporcionó un gran mazapanazo. Sino ponía un alto seguiría siendo el rival más débil. Gané la pelea a pesar de la diferencia de estatura y demostré mis agallas. Cuando nos separaron Gabo me reventó el labio y fui yo quien sangró. Puse un alto, demostré que no me iba a dejar pero seguí siendo el rival más débil y fui chingado los tres años de secun.
Despídanse educadamente de esa señora asquerosa y con cara de huele pedos, adiós Sra. Soberbia. ¿Sólo media hora dura la clínica de boxeo? Preguntan los benjamines. Cinco minutos de saltar la cuerda y ya las están dando. Will, venezolano simpático, profe y boxeador profesional, nos lo dice, pugilista que no corre no sirve, la condición física es vital, las piernas son básicas para aguantar los doce rounds.
Si son diestros, el pie izquierdo va adelante, manténganse en posición de escuadra. Manos arriba, siempre arriba, la guardia es necesaria, de lo contrario les pueden pegar en el rostro. El aprendizaje básico es frente al espejo, coordinación sencilla que se aumenta su grado de dificultad cuando hay alguien en frente.
Regresaron mis miedos de Larry, larrytmico. Adiós al espejo dijo Will, es hora de empezar a practicar contra un oponente. Me tocó de compañero un salvadoreño regordete y bonachón, se dio cuenta de mi torpeza a las primeras de cambio. Me explicó la forma de los movimiento con paciencia, pero su rostro me decía que ésta se iba a acabar en cualquier momento. Will se percató de mi poca pericia y me regresó al espejo. Vinieron a mi mente todas aquellas veces que mi tronqueza quedó en evidencia; cuando renuncié a la escolta en sexto de primaria, cuando no participé en el Talent Show bailando Payaso de Rodeo o cuando en segundo de prepa sufrí muchísimo en esa estúpida tabla rítmica.
No dejen de practicar, la constancia los hará mejores en cualquier ámbito. No dejen de pegarle al costal, a la pera, hagan sombra, salten la cuerda. Peguen, peguen, peguen, peguen y no dejen de pegar. Pónganle el rostro de quien les arruino el día al costal, resulta muy terapéutico, terminarán queriendo a esa persona. La ira y el odio se sacan en el box, nunca en la calle con extraños o quien no lo merece. Creo que este deporte es para aprender a defenderse y para NO pelear.
El Güero, compañero de gimnasio de quien desconozco su nombre, siempre me dice: Ahora a quién te andas madreando. Siempre te veo bien emputado caon, jajaja. Sonrío y le digo: hoy es mi archienemigo, ayer fue una ex galana, antier el burro del pecero que casi me atropella. Siempre habrá alguien, no te preocupes.
Saludos intergalácticos.
